Paso 1: ¿Qué pasó?
Ayer, miércoles 6 de enero de 2021, una marcha pro-Trump irrumpió en el Capitolio (el edificio donde se alojan ambas cámaras del Congreso y Senado) después de un evento afuera de la Casa Blanca donde el propio presidente incitó a trasladarse al recinto a presionar a los legisladores a “no dejar que nos arrebaten el país”.
Paso 2: ¿Por qué ayer y por qué el Capitolio?
Estados Unidos no tiene un instituto electoral como México o un tribunal especializado que certifique y verifique los procesos y votos.
Cada estado tiene su propio proceso y reglas, y al final, el Colegio Electoral (una institución que se crea cada cuatro años con delegados seleccionados por cada estado) y ambas cámaras del Congreso certifican la elección. Entre el 3 de noviembre y el 6 de enero, las impugnaciones tienen que realizarse en las cortes estatales o desarrollar su proceso hasta llegar a la Suprema Corte.
Como no existe una autoridad nacional, gran parte del proceso en Estados Unidos corre bajo la tradición política del país. Donde el perdedor concede, acepta la derrota, y deja que todos los procesos (la selección de los delegados, el Colegio Electoral y la certificación) se vuelvan secundarios.
Pero estamos en 2021 y Donald Trump es presidente de Estados Unidos.
Algo importante, ninguna de las quejas o dudas de Donald Trump -quién a la fecha no ha aceptado el resultado, sigue insistiendo en un voto por voto (en estados que le convienen, obvio) y mantiene la idea de que el “deep-state”, Joe Biden y los Demócratas le robaron la elección- han procedido y el proceso electoral ya debería haber terminado, pero henos aquí.
Ayer, 6 de enero, era la última fecha de ese largo proceso que muchas veces pasa desapercibido. La certificación de los votos del Colegio Electoral y el reconocimiento, por parte del Congreso, de Joe Biden como presidente electo. Trump quería hacer un último intento.
Paso 3: ¿Por qué se calentaron los ánimos?
Alguien (algunos dicen que Rudy Giulianni) le dijo a Trump que el Vicepresidente, en su rol de cabeza del Senado, podría desconocer los votos del colegio electoral y por lo tanto desconocer la elección. Mike Pence tuvo que mandar una carta ayer por la mañana a todos los Diputados y Senadores diciendo que no era así, que el Vicepresidente no tiene ese poder y que no lo iba a hacer.
Otros legisladores pueden objetar los resultados por estado y restarlos del total (algo que rara vez ha pasado), y Pence llamó a todos a certificar la elección y terminar con el proceso. Pero por lo menos 60 diputados y 9 senadores, seguidores ciegos de Trump, hicieron caso omiso.
Al mismo tiempo que Trump llamaba a llevar la protesta al Capitolio, el senador por Texas, Ted Cruz, llamaba a los legisladores a crear una comisión especial que revisara los resultados y los desconociera. Y entonces… caos.
Paso 4: Escenas de una película de acción
Pasamos de la película de Hollywood a las escenas de película en CNN. El encuerado con sombrero de búfalo, los “nacionalistas” con banderas de los Confederados, disfrazados con atuendo de camuflaje entrando a los pasillos de una de las instituciones más sagradas de Estados Unidos, rompiendo ventanas y destruyendo mobiliario. Al punto de sentarse en los curules y los asientos del Speaker of the House y la Mesa Directiva del Senado.
Escenas que recuerdan a las mejores películas de acción, o por supuesto, a momentos clave de la historia mexicana (el Barzón entró a caballo al pleno de la Cámara de Diputados en 2001 o cualquier reforma constitucional desde 1824). Pero verlo en Washington D.C. era irreal.
Por omisión (o por poca experiencia con eventos de este tipo), la policía no hizo nada y los dejó pasar. La Guardia Nacional tardó en llegar y en el ínter los seguidores del presidente gritaban adentro del Capitolio mientras los legisladores fueron llevados a espacios seguros.
Solo faltaban Tom Cruise, Olivia Pope, Gerard Butler, Jack Bauer o ya de perdida, Superman, para poner orden a todo el caos.
Paso 5: ¿Qué sigue y en qué quedó todo?
Al final, cuando la situación estuvo bajo control, los legisladores regresaron a la sesión y certificaron el voto. Terminaron a las 2 de la mañana un proceso que debía ser ceremonial y una votación sencilla.
Pero los ánimos pro y anti Trump no terminaron ahí.
La única reacción del presidente a todo esto fue un video que subió a Twitter llamando a la protesta a ser pacífica, pero asegurando que “le robaron la elección” y que quienes lo estén defendiendo son “buenas personas”. Las plataformas reaccionaron bloqueando los tuits y suspendiendo las cuentas (Facebook hasta por las próximas 2 semanas).
Mientras tanto, los Demócratas del Congreso, criticando la inacción (y sobre todo la promoción) de Trump frente a la protesta, quieren sacar a Donald Trump aunque le queden 13 días en el cargo. ¿Se puede?
Tendrían dos opciones. Una, que el Gabinete (el equipo de trabajo de Trump) dirigidos por el Vicepresidente se ampararan en la enmienda 25 (de la cual vamos a escuchar como locos los próximos días) y determinaran que el Presidente ya no está en condiciones de gobernar. Mike Pence asumiría el cargo hasta que Joe Biden tomara posesión.
La segunda opción: que los Demócratas aceleraran un proceso de impeachment (como el que vimos en enero de 2020) y consiguieran que ambas cámaras estuvieran de acuerdo en “despedir” al Presidente. Votaciones con altísima radioactividad política, que, aunque los Demócratas ya controlan la mayoría en ambas cámaras serían muy difícil de lograr antes del 20 de enero.
Hoy, 7 de enero, por la tarde, la Speaker of the House y líder Demócrata en la Cámara llamó al Vicepresidente a hacer su parte invocando la enmienda 25, o si no, el Congreso podría iniciar el juicio político.
Un día para la historia. Un día para recordar y entender el impacto que tuvo Donald Trump en la tradición y poder político de Estados Unidos. El mito de la democracia estadounidense sufrió un golpe fuerte ayer del que será difícil recuperarse. Joe Biden llegará a gobernar en un ambiente complejo y habrá que ver las acciones que desarrolle para tratar de unificar a la población de Estados Unidos.
Pero no creo que haya sido la última vez que vemos a Donald Trump haciendo de las suyas, incitando a la violencia y empoderando a su comunidad de seguidores que seguirán creyendo que “alguien” les robó la elección y no lo dejó terminar el plan de “Make America Great Again”.